miércoles, 31 de marzo de 2010

Contrapunto

"No es fácil ser cronopio. Lo sé por razones profundas, por haber tratado de serlo a lo largo de mi vida; conozco los fracasos, las renuncias y las traiciones. Ser fama o esperanza es simple, basta con dejarse ir y la vida hace el resto. Ser cronopio es contrapelo, contraluz, contranovela, contradanza, contratodo, contrabajo, contrafagote, contra y recontra cada día contra cada cosa que los demás aceptan y tiene fuerza de ley"

Julio lo sabía.

miércoles, 3 de marzo de 2010

un día más, un día menos

Un día como hoy, hace un año. Un 3 de marzo, igual que hoy, pero de un año atrás. Sólo uno y nada más. Uno, pero que parece tanto tiempo. Uno, con un montón de días, con el peso de todos sus días, con la frescura de todos los días, con la nostalgia de algunos, con la tristeza de otros. Un día como hoy, en el que quizás, como hoy, lloviera.
Hace 44 años atrás, una joven pareja decidía unirse en ese para siempre que prometen libros y novelas, pero que la vida real, pocas veces da. Esos para siempre forzados, atados con sogas para que no se conviertan en ya no más, en no quiero, en no queremos. Un para siempre que sangra y lastima, que vuelve absurdo el significado del supuesto amor en el cual se nombra.

Tan sólo un año atrás, conversaba como podía con ese joven, casado hacía 43, atado por un para siempre a una mujer, sin que ninguno de los dos se hiciera cargo, pero sin poder olvidarlo. Qué ironía de la vida, no encuentro un momento de menos libertad que aquel en el que lo que no se quiere, no se tiene, pero tampoco se puede tener ni vivir sin él.
Hace un año, papá, hablamos por última vez. Y qué paradoja, siento que fue una de nuestras conversaciones más largas y llenas, pero no hubo palabras. Hubo gestos, articulaciones, susurros apenas audibles, risas. Si, risas. Eso también es paradójico. Nuestro tan particular y característico sentido del humor.

Desde el último 3 de marzo, hasta hoy, hay un puente. Hay un camino, tangible y liso, por el que voy y vengo a mi antojo. Antes y después, le suelen llamar. Yo prefiero pensar en un durante cuando camino por ese puente y vuelvo a recordarte, porque en cada viaje ese camino huele distinto, tiene otros colores. Me trae de nuevo tu voz, aunque haga más de un año que no la escucho. Me trae cada detalle, con una precisión que me pone la piel de gallina. Es un puente que se recorre con los ojos cerrados, sin miedo a caer, ni miedo a llorar. Con pañuelos en ambas manos, y siempre lista una carcajada de sorpresa, aunque pueda sonar desubicada. Un puente que tiembla bajo mis pies, acompañando mi cuerpo, para que no se sienta solo. Un puente, un viaje. Siempre distinto, pero manteniendo una constante que no permite ni lástima, ni tristeza.

Sobre Casas vacías de Brenda Navarro

  Casas vacías  es la primera novela de Brenda Navarro (Ciudad de México, 1982). Está organizada en tres partes;   Primera, Segunda y Tercer...