lunes, 30 de agosto de 2021

El verbo, no el gerundio.

veces me quedo tanto en los nombres que me olvido de ir más allá. Les doy vuelta, los miro, los peso; me los acerco a la cara hasta que se tornan borrosos, los alejo. Dedico tanto tiempo a estos rituales que tal vez no llego a ver nunca la cosa en sí, solo me quedo en cómo se llama y por lo tanto, en qué es. Establezco una relación directa entre el nombre de algo y su función, su utilidad, mis expectativas. ¿A todo el mundo le pasa igual?

Merodeo la superficie de los nombres como un territorio anexo a lo que refieren, que es la cosa: un resumen, un título. Como si el paratexto tuviera categoría de sustancia, como si pudiera darme todo lo que necesito saber, como si al acto de nombrar no le hiciera falta la experiencia.
La solución: convertirse en verbo.

domingo, 22 de agosto de 2021

Cuestión de nombrar

  Volver a la UBA después de tantos años se siente como regresar  a un lugar en el que estuve hace mucho tiempo. El lugar es el mismo, pero yo soy tan otra, que no puedo verlo igual. Como si no hubiera crecido solo en edad, sino mucho más en estatura: todo es una cuestión de perspectiva, que en definitiva, creo que se parece bastante a las expectativas.
Y sí, como todo por estos días (como siempre, en realidad) tiene mucho que ver con las palabras, descubro que, en efecto, hay una relación entre la perspectiva (el punto de vista y la relación con el entorno, cómo se observa) y las expectativas (como se mira lo externo, con la esperanza de que suceda algo determinado) Ambas palabras comparten un sufijo, -tiva, que habla de una relación, solo que en una es más activa que en la otra. Las expectativas nos dejan inmóviles en un punto fijo, y aunque pueden cambiar, siempre permanece intacto el hecho de que estamos esperando algo que viene ni depende, por lo general, de nosotros. La perspectiva, en cambio, nos invita a la acción. A cambiarla, a mirar desde varios lugares y elegir. Elegir, qué fundamental.

Formas y formas

 


 Odio pagar las expensas y odio vivir en un departamento cada vez que llegan. Por eso, una vez al mes, mientras pienso por qué no viviré en un PH, trato de pagarlas lo más rápido posible, como si en ese acto, desaparecieran de mi vida para siempre. Como premio por pagarlas no solo a tiempo, sino en forma inmediata.
Tanto para las cosas que me gustan mucho, como las que no me gustan nada tengo una forma cabulera de llevarlas a cabo. Por ejemplo, estrenar la ropa el día que me la compro o creer que nunca más la voy a usar; dedicarme los libros que me llegan o me compro porque sino, no voy a leerlos jamás.

Sobre Casas vacías de Brenda Navarro

  Casas vacías  es la primera novela de Brenda Navarro (Ciudad de México, 1982). Está organizada en tres partes;   Primera, Segunda y Tercer...