jueves, 12 de agosto de 2010

Superposición.

Salguero está cortada a la altura de Corrientes, de manera que la fila de autos que espera sobre la avenida para doblar a la izquierda en Mario Bravo, cada vez es más larga. A todos esos conductores, les han cambiado el destino, y quién sabe qué encontrarán a la vuelta de la esquina.
Mientras tanto, apenas abajo de la vereda, a ellos parece no importarles nada. Ni las máquinas que destruyen Salguero para arreglarla, ni los conductores que maldicen el cambio de rumbo inesperado. Hace frío, y entre un grupo de muchos que parecen amigos, ellos se encuentran. Va a empezar a llover en cualquier momento. A ellos no les importa.

Quizá se hubieran visto alguna vez, pero sin mirarse. Quizá, esto nunca hubiera sucedido si sus cuerpos no se hubieran casi chocado, casi por error. Pero es como si al encontrarse, sus pieles de hubieran reconocido, constatando la diferencia de temperatura entre ambas y el punto de unión, ese mismo punto en el que al tocarnos, nuestros bordes se funden con los de aquello que tocamos. Esa frontera difusa y vacilante, territorio de las más lindas sensaciones, país de las caricias, patria de los escalofríos.
Quizá no haya pasado nada de todo esto, pero igualmente él intentó besarla. Ella se negó,por supuesto. Que un choque accidental termine en beso, sólo pasa en las novelas. Y ella, entre las otras chicas se veía, era distinta. No era de las chicas que se creen las novelas.
Corriendo su pelo largo, para acariciarle la nuca y dejarle libre un oído, él le preguntó si sentía las yemas de sus dedos que, ahora, se internaban en la cálida suavidad de su cabello negro. Ella levantó la cabeza, para mirarlo a los ojos (era mucho más alto) y al hacerlo sintió cómo todo el peso de su cuerpo descansaba en la mano que jugaba entre su pelo y su cuello. Quería seguir negándose, pero los ojos se le cerraban del placer y es muy difícil ponerse firme con los ojos cerrados. Sin saber muy bien cómo, otro brazo ahora la rodeaba, y su propia boca, entreabierta, invitaba a aquella otra a besarla. Sin poder decir que no, había dicho que sí, sin decirlo tampoco.
Y entonces se besaban, buscándose más en cada movimiento, como si realmente fueran a borrase aquellos límites. Se besaban jugando, probándose, mordiendo los labios.
Se besaban ansiosos, devorándose, un poco depredadores. Se besaban mezclándose en un solo aliento, una sola nueva boca, nacida de las dos. Un espacio nuevo, recién creado y a cada instante reinventado.
Y ella pensaría entonces cuánto se perdía si decía que no, cuánto de mentira tendría aquel beso negado, si nunca llegaba. Y él pensaría que había hecho bien en llamar primero a la astucia de parecer torpe y casi caerse sobre ella, que había hecho bien en llamar luego a su piel que no podía no decir la verdad.
Y empezó a llover, fuerte y dolorosamente en su frente, la de ella, que miraba al cielo para alcanzar el beso no reconocido, aquel beso regalado. Y la gente corría a refugiarse de la lluvia, como si fuera algo más que agua. Y los conductores ahora tenían una razón más para maldecir al destino. Y los semáforos verde, rojo, amarillo. Y la fila de autos cada vez más larga, doblar a la izquierda. Y ellos aún se besaban.
Percibo una tendencia a los pensamientos virales

miércoles, 4 de agosto de 2010

Hacía rato ya que nos habíamos visto por primera vez, años en realidad. Y yo te veía tan feliz con tu vida que ya no era mía.

domingo, 1 de agosto de 2010

Ay, la libertad es fiebre.

Y la fiebre, suele quemar. Pero pensaba, hoy, hoy que hace un frío terrible que hay formas y formas de quemarse. Como hay formas para todo. Y pensaba que casi siempre elijo quemarme. Prefiero la sinceridad del beso no pedido, que la vida te roba, sin siquiera darte tiempo para acomodarte y recibirlo bien, como se debe, antes que las palabras meditadas y dichas por compromiso. Por el deber. Prefiero pedirle permiso a mi piel, antes que a mi cabeza.
Prefiero los silencios que ocultan risas, las puteadas hay que decirlas. Un corazón, qué significa? Te tengo que creer?

Sobre Casas vacías de Brenda Navarro

  Casas vacías  es la primera novela de Brenda Navarro (Ciudad de México, 1982). Está organizada en tres partes;   Primera, Segunda y Tercer...