Aquellas palabras que
dijiste sin pensar,
como si querernos
fuera una especie de juego,
viajan y siempre
vuelven, sin parar,
en el tren del
desasosiego.
En una esquina de mi
rostro inexpresivo,
la sorpresa,
tomó forma de
lágrimas que intentaron ser olvido.
Pero la pena; es
increíble cuánto pesa.
“En otros tiempos,
remotos, creí que podía amarte”,
dijiste sin ponerte
emocional,
“Es tan solo una
pequeña brecha, una mínima parte,
la que separa el amor
de la comodidad”.