miércoles, 30 de junio de 2010

Capítulo 2

No hay ya barco, ni río. No hay soles que se ponen en los horizontes. No hay todo eso, pero el micromomento perdura en el tiempo, se hace carne, se interpreta. Se entiende, se siente. Se vive.

“Lo que te escribo no llega suavemente, subiendo poco a poco hasta un auge para después ir muriendo mansamente. No, lo que te escribo es de fuego, como ojos en llamas”

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