lunes, 5 de julio de 2010
Nadie dijo que iba a ser fácil. Nadie me aseguró nada. Nadie me dijo que me iba a sentir bien. Nadie me firmó que tomar decisiones era algo sencillo. Sin embargo, nadie me dijo que el sueño me iba a estar prohibido, que los sueños iban a ser tan vívidos, que los ataques de ansiedad en el medio de la noche sólo iban a calmarse con chocolate. Nadie me dijo, de antemano, que 3 hs de sueño iban a ser suficientes para desvelarme y dejarme cansada el resto del día. Nadie me advirtió que me iban a doler los ojos y el resto del cuerpo sin razón aparente. Nadie me dijo (nadie lo sabía, creo) que mi cabeza era capaz de tales superproducciones. Nadie supuso que iba a fumar más, a comer más, a tomar más.
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